De lo planeado a la realidad: enfocar y priorizar para recuperar el rumbo
Por Vanessa Amaya
¿Qué tal va el cumplimiento de lo planeado para este año? Estamos por terminar el primer trimestre del año y aunque queda mucho por recorrer con meses de oportunidades para seguir creciendo, si en este momento lo establecido y prometido no se está cumpliendo, la tensión aumenta junto con la falta de enfoque, justo cuando lo necesario para recuperar el rumbo, es eso: enfoque.
Cuando un año va cerrando, las conversaciones tienden mucho a ser sobre el futuro, me refiero en específico a la planeación estratégica. En ese momento el futuro se ve como algo muy lejano, sin embargo, ese estado lejano ya está aquí, estamos por terminar el primer trimestre del año y ahora las presiones pueden ser alrededor de lo que no se ha cumplido conforme a lo planeado, la percepción está cambiando y ahora la sensación en muchos lugares ya no es de oportunidad, sino de presión.
Las reuniones dejan de enfocarse en la visión a largo plazo y comienzan a centrarse en lo que no se ha cumplido conforme a lo planeado. Los equipos enfrentan la realidad de que el tiempo avanza más rápido de lo que las iniciativas avanzan. Lo que en diciembre parecía alcanzable ahora luce como un desafío mayor, y la sensación de estar “corriendo contra el reloj” se vuelve predominante.
Con mucha frecuencia he visto que el problema no suele ser la falta de esfuerzo o compromiso de los equipos, sino la falta de enfoque. Cuando más claridad se necesita, lamentablemente es cuando más se pierde. Los equipos se ven abrumados por una lista interminable de tareas, objetivos, productos y proyectos que compiten por su atención, y la consecuencia es que la ejecución se dispersa así como también las conversaciones.
En lugar de avanzar con solidez en los temas de mayor impacto, los equipos terminan fragmentando su energía en múltiples frentes, sin lograr avances significativos en ninguno. La frustración le gana a la productividad.
¿Qué está pasando con la capacidad de los equipos?
Dos de los errores más frecuentes que he visto en ejercicios de planeación es asumir que la capacidad de ejecución es ilimitada o ignorar la capacidad instalada actual, en ambos casos, se ignora la capacidad actual. Se establecen metas ambiciosas, lo cuál no está mal, pero no siempre se hace un análisis realista de los recursos, las habilidades disponibles, curvas de aprendizaje y las restricciones del día a día.
A medida que el año avanza, la desconexión entre lo planeado y lo ejecutable se hace evidente. Los equipos no incumplen porque no quieren, sino porque la capacidad deseada para alcanzar las metas no se tiene o no se está aprovechando de manera óptima.
Aquí es donde entran en juego dos elementos clave: el enfoque y la priorización. Sin estos, cualquier planificación estratégica se convierte en una lista de deseos inalcanzable.
Cómo recuperar el enfoque y priorizar de manera efectiva
Para que los equipos vuelvan a alinearse con lo que realmente importa, es fundamental hacer un alto en el camino y redefinir las prioridades para alejarnos del “Todo urge” y de la dispersión del esfuerzo. Algunas acciones que pueden ayudar en este proceso son:
Revisar la planificación inicial con una mirada crítica
No se trata de descartar los objetivos, sino de evaluar qué sigue siendo relevante y alcanzable con los recursos actuales. Es posible que algunas metas deban ajustarse o dividirse en hitos más manejables.Diferenciar y clasificar
No todas las acciones tienen el mismo valor. Es común que el día a día se llene de actividades urgentes que desplazan lo realmente estratégico. Necesitamos analizar la demanda de trabajo atendida e identificar el valor de lo que hacemos.Identificar cuellos de botella y bloqueos
Si hay objetivos que no avanzan, hay que preguntarse por qué. ¿Faltan recursos? ¿Existen dependencias no resueltas? Detectar estos obstáculos permite tomar decisiones informadas en lugar de simplemente exigir resultados sin contexto. Priorizar el quitar restricciones de alto impacto.Reducir la carga de trabajo innecesaria
Muchas veces los equipos están ocupados, pero no necesariamente avanzando. Identificar tareas que consumen tiempo sin aportar valor real es clave para liberar espacio para lo que realmente impacta.Establecer compromisos realistas y visibles
La transparencia en la priorización ayuda a alinear expectativas. Si un equipo sabe qué es lo realmente prioritario, podrá enfocarse con mayor determinación sin sentirse abrumado por una lista interminable de pendientes.
La clave está en la adaptabilidad
La Agilidad es adaptabilidad, no velocidad. El hecho de que el primer trimestre haya avanzado no significa que el año esté perdido. Todavía hay tiempo para recuperar el rumbo, pero solo si se actúa con claridad y decisión.
La agilidad en la gestión no se trata solo de reaccionar rápido, sino de adaptar la planificación a la realidad cambiante sin perder de vista el objetivo final. En este momento, los equipos no necesitan más presión, sino una guía clara sobre en qué enfocarse.
Haz una pausa. Evalúa. Prioriza. Y sigue adelante con enfoque y propósito.