Cuando la sobrecarga se vuelve norma, el incumplimiento se vuelve rutina y la productividad se mide en cansancio, no en valor

Por Vanessa Amaya

¿Has notado que la sobrecarga ya está normalizada? en nuestro entorno laboral y en el entorno social hablamos mucho de la enorme cantidad de trabajo que tenemos quienes estamos activos en el mundo empresarial. Tener trabajo es una bendición y es uno de los medios más importantes que tenemos las personas para sentirnos dignos, para sostener nuestras necesidades básicas e invertir en nuestros sueños, sin embargo, cuando ya no nos sorprende estar saturados de trabajo o vivir rodeados de personas saturadas de trabajo, es señal de que algo no está bien y necesitamos despertar para hacer algo al respecto.

Si la sobrecarga asegurara el éxito y los buenos resultados, no dejaría de ser una práctica desgastante pero por lo menos nos garantizaría que lograremos todo lo que nos propongamos. La cuestión aquí es que la sobrecarga NO ES SINÓNIMO DE BUENOS RESULTADOS.

Me atrevo a decir lo anterior porque a la vez que en nuestro entorno hablamos de los altos niveles de ocupación de nuestro tiempo para temas laborales, a la vez se habla de la frustración de retrasarse y de no lograr todas las metas que se nos plantean.

Ya necesitamos detener la confusión entre productividad con sobrecarga. Se valora al que más horas de su día invierte en el trabajo, a quien está siempre disponible y con ello ignoramos que valorar esto es también valorar una ilusión muy costosa porque lejos de mejorar resultados, esta cultura va erosionando poco a poco y silenciosamente la calidad, la motivación y la sostenibilidad de los equipos debido a la alta rotación.

La ilusión costosa a la que me refiero tiene que ver con que si vemos a alguien que corre de una reunión a otra y entre juntas se dedica a “apagar fuegos”, también vemos a una persona que se mueve mucho pero que muy probablemente no avanza en lo que realmente importa.

Agilidad: un camino para producir sin desgastar

Los marcos y método ágiles, erróneamente se han relacionado con la velocidad de producir, cuando en realidad es velocidad en la generación de valor y ese valor es estratégico para lograr hacer más en menos tiempo, haciendo lo correcto, lo necesitado, con calidad en ciclos cortos y sostenibles.

Son definitivamente una alternativa poderosa frente a esta normalización de la sobrecarga que nos aleja de alcanzar los resultados que nos pide el mercado en donde participemos.

A continuación te voy a plantear como algunos marcos y métodos te pueden ayudar con esta importante misión para nuestra calidad de vida profesional y personal.

Scrum

Scrum promueve la entrega incremental de valor a través de ciclos definidos (sprints), donde el equipo compromete solo lo que realmente puede entregar con calidad. Al hacerlo, se protege al equipo de sobrecargas innecesarias y se generan espacios regulares de reflexión (retrospectivas) para mejorar continuamente la forma de trabajar.

Kanban

El método Kanban ayuda a visualizar el trabajo, limitar la cantidad de tareas en curso y equilibrar la demanda con la capacidad real del equipo. Al visibilizar los cuellos de botella y los puntos de saturación, se hace evidente cuándo se está forzando más de lo que el sistema puede manejar, lo que permite tomar decisiones informadas para reducir la presión y mejorar el flujo.

Agile Leadership

El liderazgo ágil pone énfasis en el bienestar de los equipos como base para la entrega de valor. Se enfoca en habilitar, no en imponer. Un líder ágil promueve entornos seguros donde se puede hablar de carga de trabajo, ajustar expectativas y proteger el foco del equipo frente a la urgencia constante y conoce la capacidad de su equipo para defenderla para no caer en la sobrecarga normalizada o para armar estrategias para crecer la capacidad de su equipo para producir.

Lean Change Management

Desde la perspectiva del cambio organizacional, Lean Change Management ofrece herramientas para evolucionar de forma adaptativa fomentando la cultura de experimentación, generando aprendizajes frecuentes que ayudan a tomar decisiones orientadas a innovación y transformación organizacional. En lugar de imponer más trabajo para obtener resultados rápidos, se fomentan pequeñas mejoras alineadas con un propósito claro, sostenibles en el tiempo y que evitan la sobrecarga como modelo de cambio.

OKRs (Objectives and Key Results)

El uso de OKRs permite enfocar la energía de los equipos en pocos objetivos estratégicos, medibles y compartidos. Esto ayuda a priorizar de forma consciente, a decir no a lo que no aporta valor real, y a alinear esfuerzos sin caer en la trampa de "hacer de todo". Es una práctica que refuerza el enfoque y reduce el ruido operativo.

LeSS (Large Scale Scrum)

Para organizaciones con múltiples equipos, LeSS permite escalar Scrum sin perder su esencia. Promueve la colaboración entre equipos que trabajan en un mismo producto, reduce la burocracia y evita la duplicación de esfuerzos. LeSS genera una visión compartida del valor, lo que ayuda a enfocar el trabajo colectivo y evitar la sobrecarga generada por estructuras pesadas o descoordinadas.

El rol de la inteligencia artificial para potenciar la agilidad sin sobrecargar

La incorporación de herramientas de inteligencia artificial (IA) puede amplificar las prácticas ágiles cuando se usa con sentido. Automatizar tareas repetitivas, analizar datos en tiempo real o anticipar riesgos permite liberar tiempo del equipo para enfocarse en lo que realmente importa. Sin embargo, la IA no es un atajo para hacer más con menos personas: es un habilitador para trabajar de forma más inteligente y estratégica, siempre que se alinee con principios ágiles y humanos.

Conclusión: el peligro de vivir en modo urgencia y sobrecarga

Cuando normalizamos la cultura de la sobrecarga, normalizamos también vivir en un entorno reactivo y con alta improvisación. Esto hace que el balance entre operación y estrategia se diluya. Normalizamos el entregar tarde y con ello cobrar más tarde de lo previsto.

Lo peor de lo anterior es vivir en deuda técnica y emocional constantemente.

La verdadera productividad no viene de hacer más, sino de hacer con propósito, enfoque y equilibrio.

Adoptar prácticas ágiles, liderazgos conscientes y tecnologías alineadas es uno de los caminos más viables actualmente para romper con esta cultura de sobrecarga y construir entornos donde el valor y el bienestar convivan.

Porque trabajar bien no debería significar trabajar más, sino trabajar mejor.

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